Cecy voló sobre una corriente de aire frío y observo la aldea con los ojos de un búho. Aterrizo en la ventana de Tom y miro através del vaho. Estaba dormido. Después, bajo la forma de una mosca, se poso en su almohada.
-Tom- le susurro al oído-, el miércoles vendrás a casa a merendar con mi familia.
Al despertarse, y sin saber porque, Tom buscó una dirección y encargo unas orquídeas asiáticas para una tal Cecy, a quien, por supuesto, no conocía.
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